Para mi segunda visita al Mercado, decidí investigar un poco su historia. Su construcción marca la llegada de los inmigrantes de Europa. La creciente población en la región hizo necesario la implementación de un lugar para abastecer a los moradores locales. El 14 de febrero de 1897, fue inaugurado y pronto se convirtió en el punto de encuentro de los vecinos del barrio. Hoy día el Mercado se ha vuelto emblemático, no sólo por su venta de productos de primera necesitad como alimentos, sino también de segunda necesitad, como son las antiguedades variadas que ofrece. Su arquitectura laberíntica y circular, junto a sus tres entradas permiten no sólo la circulación constante de gente, sino también de la ventilación. En esta visita, intenté enfocarme en esta doble circularidad que encuentro en él: por un lado en su arquitectura y disposición, y por otro, en esta circularidad a la que me remite la venta de antiguedades y el reciclaje de objetos para ser usados nuevamente por otro. Si bien las fotos que tomé me parecen muy abstractas, sobretodo por ser planos detalle de objetos que venden y que me producen esta sensación cíclica (sombreros, gramófonos, arañas vistas desde abajo, espirales y jarrones), creo que al verlos, me generan esta idea que quise rescatar. De todas formas, en mi próxima visita, intentaré profundizar ese camino, tratando de salir un poco de esa abstracción y mostrar un poco más el mercado. Por otro lado, intentaré otro nuevo camino: el espacio de reunión barrial que ofrece el Mercado.
Para mi segunda visita al Mercado, decidí investigar un poco su historia. Su construcción marca la llegada de los inmigrantes de Europa. La creciente población en la región hizo necesario la implementación de un lugar para abastecer a los moradores locales. El 14 de febrero de 1897, fue inaugurado y pronto se convirtió en el punto de encuentro de los vecinos del barrio. Hoy día el Mercado se ha vuelto emblemático, no sólo por su venta de productos de primera necesitad como alimentos, sino también de segunda necesitad, como son las antiguedades variadas que ofrece. Su arquitectura laberíntica y circular, junto a sus tres entradas permiten no sólo la circulación constante de gente, sino también de la ventilación. En esta visita, intenté enfocarme en esta doble circularidad que encuentro en él: por un lado en su arquitectura y disposición, y por otro, en esta circularidad a la que me remite la venta de antiguedades y el reciclaje de objetos para ser usados nuevamente por otro. Si bien las fotos que tomé me parecen muy abstractas, sobretodo por ser planos detalle de objetos que venden y que me producen esta sensación cíclica (sombreros, gramófonos, arañas vistas desde abajo, espirales y jarrones), creo que al verlos, me generan esta idea que quise rescatar. De todas formas, en mi próxima visita, intentaré profundizar ese camino, tratando de salir un poco de esa abstracción y mostrar un poco más el mercado. Por otro lado, intentaré otro nuevo camino: el espacio de reunión barrial que ofrece el Mercado.
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